La congestión nasal de los ayuntamientos

Los ayuntamientos del Alto Guadalquivir, como el resto de ayuntamientos de España, sufren congestión nasal. No pueden respirar y están entre la espada y la pared. Sus alcaldes se encuentran impotentes ante la llegada continua de ciudadanos que no tienen para salir adelante, para pagar la luz, el agua y el gas, entre otros gastos generales. No llegan los talleres de empleos, las ayudas de la Junta ni del Gobierno central y, mientras tanto, los ciudadanos no tienen para llegar a final de mes.
   Estamos en octubre, han pasado las ferias de nuestros pueblos. Ah, no, está aún la de Montoro, pero solo hay que pasarse por El Plano y ver la cara de los feriantes. En la plaza de El Charco los bares no aguantan ni para pagar el alquiler, mientras la economía sigue haciendo aguas. Se está desestructurando la sociedad, los ciudadanos se muestran impasibles ante lo que hace unos años parecía imposible. Se están recluyendo en sus hogares hasta ver pasar el vendabal. Pero aquí no queda la cosa. Las hipotecas no se pagan, las matrículas de los colegios y el material escolar se ha comido todo el presupuesto familiar. Las carreteras del extrarradio se llenan cada vez más de gente haciendo footing. Esto no es calidad de vida, es hacer ganas para que la vida pase más rápida en estos momentos, pero ni por esas. En cambio la crisis sigue llamando a las puertas de cada ciudadano, que se muestra impotente ante lo que se avecina. En las aceitunas habrán palos, pero no para hacerlas caer sino para entrar en un tajo.
   Es solo una reflexión. ¿Estás de acuerdo? Me llamo Augurio.